domingo, 5 de abril de 2009

Vida de las estrellas


Mirando al cielo podemos ver que existen millones y millones de estrellas y, al igual que nosotros, tienen un nacimiento y una muerte.

Todas las estrellas nacen a partir de una nube de materia interestelar (nebulosas) cuando se produce en ellas fusión de núcleos de hidrógeno. Aunque parezca increíble, las estrellas se crean en lugares muy fríos, de temperaturas como los -200 ºC.
Estos átomos se atraen por su gravedad, ya que tienen masa, haciendo que los átomos exteriores vayan hacia el centro, y la nube se contraiga, de forma que en el centro comienza a aumentar la temperatura por la presión, y provoca que colisionen los núcleos de los átomos, fusionándose, para producir helio.
En ocasiones la densidad de la nebulosa no es la suficiente para contraerse y generar la fusión, formando una enana marrón de densidad menor que nuestro sol.
La mayor parte de las nebulosas son debidas a la muerte de otras estrellas, por lo que tienen elementos más pesados en su núcleo, como hierro o plomo.
La radiación que genera la fusión del hidrógeno escapa hacia fuera, contrarrestando la gravedad de toda la estrella, por eso su tamaño depende del equilibrio entre ambas.

Las estrellas pasan la mayor parte de su vida en ese estado, fusionando hidrogeno para generar helio, hasta que todo su núcleo se llena de helio, que se contrae ya que pierde el equilibrio gravedad/radiación puesto que el helio necesita temperaturas mayores para su fusión, pero si alcanza la temperatura suficiente para que el hidrogeno de alrededor si lo haga, de forma que este se comienza a expandir. La estrella por tanto enfría sus capas exteriores, y genera una luz rojiza. A esto se le conoce como gigante roja, un ejemplo es Antares, de Escorpio.

El núcleo de helio continua contrayéndose, hasta alcanzar los 100 millones de grados, en este momento comienza la fusión de los núcleos de helio para dar berilio, elemento muy inestable que, en su corta vida, choca contra otros núcleos de helio para producir carbono. Este proceso continua, fusionando carbono para dar núcleos cada vez más pesados, como el neón, oxígeno y silicio. Luego estas hacen lo mismo, hasta llegar al hierro, que no todas las estrellas pueden generar, solo las muy masivas. Así se queda la estrella como una cebolla, llena de capas de distintos materiales. Por eso podemos decir, efectivamente, que el hierro que corre por vuestras venas o el carbono del que estamos compuestos procede de una estrella anterior al Sol.

* Si su masa es menor de 1,5 masas solares (como nuestro Sol):
Cuando se acaba el hidrogeno del núcleo, se transforma en gigante roja (el Sol llegará a tragarse completamente a la Tierra, pero quedan todavía 5000 millones de años). Después expulsa una gran cantidad de gases, formando una nebulosa, mientras que la estrella colapsa hasta convertirse en una enana blanca, hasta su total extinción, llegando a alcanzar una densidad de 1 Tm/cm3 con un radio de unos miles de kilómetros.

* Si su masa esta entre 1,5 y 3 masas solares:
La estrella se contraerá mucho más, el núcleo llega a alcanzar densidades con 10exp(16) g/cm3. En este punto, los electrones se incrustan con los protones del núcleo para formar neutrones. Las capas exteriores explotan generando una supernova. La estrella resultante se llama estrella de neutrones pero, ya que no se puede ver y lanza periódicamente rayos X y gamma, se suele llamar Pulsar.

* Si su masa es superior a 3 masas solares:
La materia se sigue contrayendo, hasta alcanzar densidades muy muy elevadas. La corteza de los átomos desaparece, colapsando los propios núcleos atómicos. (Si la Tierra se transformara en un agujero negro, solo ocuparía un centímetro de diámetro.)
La gravedad de estos cuerpos es tal, que la velocidad de escape que necesitaríamos para huir de ser engullidos sería superior a la de la misma luz, 300.000 km/s. Es por eso que no emiten luz.

Se cree que hay más de 100.000 millones de agujeros negros en la Vía Láctea.

Firmado: Guille

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