jueves, 2 de abril de 2009

La Máquina analítica

Charles Babbage fue un soñador y un visionario. En 1837 diseñó la máquina analítica, una máquina que empleando elementos mecánicos como engranajes y demás podría realizar complicados cálculos matemáticos. Y no sólo eso, la máquina era programable. Podría realizar cualquier tipo de cálculo si se le daban las instrucciones necesarias para ello. Las instrucciones se almacenaban en tarjetas perforadas y la máquina las podía leer, interpretar y llevar a cabo. Babbage tomó esta idea de algunos telares mecánicos de la época, que empleaban tarjetas perforadas para dirigir el tipo de tejido que se hacía.

Ciertamente, su diseño de la máquina analítica era lo que hoy en día conocemos como un ordenador. Antes de la electrónica y el silicio, Babbage se anticipó a la llegada de los ordenadores por unos 100 años. No obstante, la máquina nunca se construyó. Construirla habría costado una suma demasiado amplia de dinero, y algunos opinan que los elementos mecánicos de la época no eran lo suficientemente precisos como para que la máquina pudiera funcionar. Aun así, el diseño de Babbage ha sido analizado extensamente hoy día, y no hay duda de que, de construirse, la máquina funcionaría.

Babbage se dio cuenta también de otra cosa. La máquina necesitaba una secuencia de instrucciones para realizar un cálculo útil (un programa) y alguien debía encargarse de escribir esa secuencia, teniendo cuidado para que funcionara correctamente. Babbage contactó entonces con su amiga Ada Lovelace, la hija del famoso poeta Lord Byron. Ada era matemática y estaba muy interesada en la idea de Babbage. Ella estudió el diseño de la máquina analítica y entre otras cosas escribió un programa para calcular una secuencia de números conocida como los números de Bernoulli. Este fue el primer programa de la historia.

Ada se adelantó aun mucho más que Babbage, quien sólo pensaba en la utilidad de la máquina para hacer cálculos. Ada soñó mucho más y especuló la posibilidad de que la máquina analítica fuera capaz de producir composiciones musicales y científicas de cualquier complejidad. Murió desangrada con 36 años. Padecía cáncer de útero, y en aquella época el sangrado era un tratamiento usual. Ada, una mujer maravillosa que se adelantó a su época, no pudo soñar más, dado el estado de la medicina de antaño.

Y así, una mujer fue la primera programadora de la historia, Ada Lovelace, la hija de un poeta.

Firmado: Dani

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