domingo, 29 de marzo de 2009

Siempre hablan los que más...

“Nadie, después de sus familias ha sentido más que yo el dolor por esas 62 muertes”. Estas son palabras que formuló el ministro popular Federico Trillo en 2004 en el Congreso de los Diputados tras el fallecimiento de 62 militares españoles en el conocido YAK-42. Mentiroso , demagogo, falso, gracias a la riqueza de nuestro idioma son muchos los adjetivos peyorativos que se le pueden aplicar a este hombre.
Este hombre fue informado antes de producirse el accidente que el avión no estaba en las condiciones ideales para realizar el vuelo, y una vez se produjo el accidente continuó con las malas formas. Aceleró la repatriación de los cuerpos quedando 32 cuerpos sin identificar, todo ello para que el gobierno de Aznar se apuntase la medalla de la solvencia.
Pasados los años ese hombre sigue siendo atendidos por los medios de comunicación y se encuentra en las primeras líneas del Partido Popular, obviamente Rajoy no puede hacerle desaparecer por ese acontecimiento debido a que él era el vicepresidente en aquel momento, por lo que él está tan involucrado en el asunto como el mismo Trillo.
Pues bien, el bueno de Federico, cada vez que tiene un micrófono cerca, intenta dar lecciones al ejecutivo actual de cómo se debe actuar, tiene la poca decencia de sacar pecho e instruir y pedir dimisiones , cuando después del accidente del YAK-42 ni dimitió ni tiene la suficiente vergüenza para desaparecer de la vida pública tras el estrepitoso error mencionado.
Aquí no pretendo denunciar al sujeto en cuestión, puesto que soy consciente que personas como ésta ha habido, hay y habrá por los siglos de los siglos, pero si denuncio a la sociedad por prestarle la mínima atención y por consentir que se ría de nosotros en nuestra misma cara. Únicamente los familiares de las víctimas le piden que se calle cada vez que quiere hacer gala de su magnífica experiencia y sapiencia. Y yo me pregunto ¿es necesario sentir dolor para no olvidar?

Firmado: Samsoryum

1 comentario:

  1. La falta de moral es preocupante. Pero bueno, si aquí nadie dimite y nadie se suicida, entonces toda la culpa puede que sea nuestra por, una vez más, dejarlo pasar.

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