lunes, 2 de marzo de 2009

Pink Floyd, eternos


... Cosí tra questa infinità s'annega il pensier mio: e 'l naufragar m'è dolce in questo mare (“Así en esta inmensidad mi pensamiento se hunde: y el naufragio me es dulce en este mar”). Giacomo Leopardi.

Si crees que Pink Floyd han quedado atrás, que son simplemente otro grupo más, pasado de moda y si cuando los nombran lo único que te viene a la cabeza es “hey teachers leave those kids alone, all in all it was just a brick in the wall”, entonces lo siento, no has escuchado Pink Floyd. No has llegado a casa cansado del día que has tenido, que no consigues distinguir de los demás por nada en particular, te has tirado en el sofá y en vez de encender la televisión has puesto “The Dark Side of the Moon”. Y mientras vuelves a sentarte en el sofá y te quedas mirando un punto fijo en la pared de tu salón, sin pensar en nada, empiezas a oír un latido de corazón que no es el tuyo, hasta que acabas sintiendo como se van acompasando hasta ser uno, y de repente ya no estás en tu salón. Respira. Contempla la espectacular actuación en el cielo.
El Dark Side es una continua “ascensión” que empieza con la primera canción y no para hasta la última (“Eclipse”) en la que te quedas incluso con ganas de más. Es sublime y luminoso, te sientes ligero como si volaras.
Otro disco interesante es “The Wall”, cargado de mucho significado. Tiene un sabor final más amargo que el Dark Side, más que por el mensaje que dan, es por la forma de darlo. The Wall es más terrenal, más oscuro, desprende agobio y miedo, te transmite ideas y sensaciones de forma muy directa, a veces hasta ponerte la piel de gallina. También por esto es más duro y no por ello peor. Es simplemente distinto y maravilloso a la vez. Si quieres saber de que va, puedes leerlo en Wikipedia que está bien contado y es muy interesante, mi propósito aquí es convencerte para que lo escuches.
Al contrario de otros discos de Pink Floyd, The Wall empieza como un portazo, de golpe, con un In the flesh potente que nos avisa de lo que vamos a oír (“that warm thrill of confusion, that space cadet glow”, el cálido estremecimiento de la confusión, ese brillo de cadete espacial).
Como ópera rock, tiene canciones que se pueden considerar de paso o como introducciones a otras, y luego tiene canciones en las que apreciamos ese don de Pink Floyd de agarrarte al principio de una canción y poco a poco irte envolviendo hasta que llega el solo o la parte instrumental y notas como se te abre el pecho.
Pink Floyd consiguieron un sonido difícil de superar, experimentaron con la música como pocos han hecho y lograron metas que aún hoy son difíciles de alcanzar. Por esto, por su música y por algo más que solo sabrás cuando los escuches bien, merecen la pena.Si quieres apreciar esto en directo, el 10 de marzo viene a Madrid “The Australian Pink Floyd” grupo que lleva versionando a Pink Floyd varios años y que han conseguido buena fama tanto por la fiel interpretación de sus temas como por toda la parte escenográfica con la que deleitaba Pink Floyd en sus conciertos. Espero veros.


Firmado: Santi

1 comentario:

  1. Grandes, grandísimos Pink Floyd.
    La verdad es que a mí también me hacen flotar...
    Is there anybody out there?

    ResponderEliminar